EEUU — El peor año que se recuerde terminará con una ofrenda de maravilla celestial: una estrella de Navidad.
En realidad, es la alineación de dos planetas, Júpiter y Saturno, que ocurre cada 20 años aproximadamente. Pero no siempre es en diciembre y han pasado casi 800 años, estamos hablando de la Edad Media, desde que se acercaron tanto.
Técnicamente, los dos planetas más grandes de nuestro sistema solar todavía estarán separados por cientos de millones de millas. Pero el 21 de diciembre, desde nuestro punto de vista, parecerán que casi se tocan, creando un punto de luz radiante que se llama Estrella de Navidad o Estrella de Belén, por razones obvias.
Haciéndolo aún más especial: el 21 de diciembre también marca el solsticio de invierno, la noche más larga del año, el punto de inflexión donde la luz del día vuelve a ganar terreno a la oscuridad.
“Un poco de perspectiva cósmica”, dijo Justin Mason, director del Planetario Pretlow de la Universidad de Old Dominion.
Por no hablar de lo espiritual: una página de la Biblia que habla de una estrella inusual que llevó a los magos al niño Jesús.
Los astrónomos han teorizado durante mucho tiempo que la estrella de la natividad podría haber sido realmente una alineación, conocida como conjunción. Mason dice que una rara conjunción de Júpiter, Venus y una estrella brillante llamada Regulus ocurrió alrededor del año 2 a. C.
Incluso aunque las fuerzas que dirigen nuestro universo siguen estando llenas de misterio, las órbitas planetarias ahora son predecibles.
Los últimos humanos en presenciar a Júpiter y Saturno vivieron en 1226, pero los gigantes gaseosos presentarán otro espectáculo excepcional dentro de solo 60 años, en marzo de 2080.
“A veces, con la mecánica celeste”, explicó Mason, “las cosas suceden muy juntas un par de veces y luego ese emparejamiento no volverá a suceder durante mucho, mucho tiempo”.
Al menos 2020 terminará con una reverencia especial.
Un milagro o simplemente astrofísica. Una luz al final de un túnel largo y oscuro.